Personalmente, siempre he pasado desapercibida. Nunca he destacado ni por encima ni por debajo del resto de la gente. Puede que esto se deba a que conoces a un numero reducido de personas y tu círculo de amigos es escaso.
Cuando naces con este tipo de caracter, como yo, llega un momento en que te gusta ser casi invisible. Los demás te tachan como alguien independiente y de forma inconsciente aceptas el papel de simple observador sin nunca ser protagonista de tu propia historia.
Es una buena forma de vida, pacífica y tranquila, pero la calma no dura eternamente.
Mi propia calma desapareció el día en que alguien inesperado se cruzó en mi camino haciendo que todo lo que juzgaba verdadero pareciese ahora incierto, despertandome así de un largo sueño.
Le miré a los ojos buscando respuestas a las nuevas preguntas que me atormentaban pero cuando él me devolvió la mirada en un reflejo aparté la vista con las mejillas inesplicablemente sonrosadas. Quise alzar los ojos de nuevo en busca de los suyos pero fui incapad de mover mi rostro ni un milímetro.
"Cobarde". Normalmente era fácil callar mi irritante vocecilla interior, pero esta vez siguió hablando. "Acaso creías que iba a ser sencillo alzar la barbilla orgullosa para enfrentarte a la vida por fin, deja que me ría." Aunque no me guste admitirlo, la estúpida voz de mi cabeza tiene razón.
Darme cuenta de mi propia impotencia me deja más triste de lo que me podria imaginar pero aun así, cuando está un poco más lejos, le miro de soslayo. Ahi está, y me está observando directamente con unos penetrantes ojos azules. El pecho en me encoge dejando aun menos espacio para el latido descontrolado de mi corazón. Jadeo, se me ha olvidado respirar. Mi cabeza está hecha un lío pero en medio del caos hay algo que tengo claro. No quiero ser invisible, no para él.
Nadia
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